Baypass espiritual, es un término creado por John Welwood en 1984 que explica muy bien algo que puede suceder a los buscadores espirituales.
Con este término John Welwood explica como a veces las nociones y prácticas espirituales pueden llegar a ser utilizadas como una justificación para eludir o trascender prematuramente las necesidades, emociones o situaciones humanas evolutivas básicas. O sea, cuando la práctica espiritual es un escape y se utiliza para evitar enfrentar la propia naturaleza humana y escapar de las dificultades que plantea la vida que estamos viviendo.
Vivimos en este planeta, no nos queda otra que respetar el mundo donde vivimos y a nosotros mismos en este plano. Pero tenemos la cabeza orientada al cielo, lo cual nos permite mirar más allá de la tierra. Todos somos seres espirituales, es parte de nuestra naturaleza, de nuestro legado como seres humanos. Y además tenemos nuestra parte delantera expuesta al mundo, es nuestra parte “humana”, el corazón. El sentir, el responder corporalmente al mundo que nos rodea. Cuando no prestamos atención a alguna de estas dimensiones, nuestra vida se puede desequilibrar.
Siento que es de gran ayuda poder ver nuestra luz para poder afrontar nuestra sombra. Pero esto no significa que no tengamos que mirarla. Mirar la sombra sin saber que somos luz puede no servir de nada. Y mirar la sombra sin la dimensión humana, sin el corazón, tampoco. Somos seres espirituales, pero esto no quiere decir que nos olvidemos de nuestra parte humana.
La sombra nos habla de los aspectos que más nos cuestan aceptar de nosotros mismos, que algunas veces son inconscientes, y que actúan en nosotros. Tiene que ver con aspectos de la personalidad que dificultan el contacto con los demás y el entorno, que no son adaptativos. Frecuentemente tiene que ver con las heridas emocionales de la infancia, que pueden hacernos creer que somos menos o que tenemos que actuar de alguna manera concreta para ser aceptados por los seres a los que queremos.
Si miro todos estos aspectos sin saber que soy algo más que ellos, sin saber que soy un ser espiritual, seguramente será muy difícil y muy doloroso. El corazón, la parte humana es aceptación, no solo de lo bonito y de lo que brilla en mí. Es también la aceptación plena de lo que soy, sin juicios…es desde ahí desde donde puedo abrazar mi sombra. Pero insisto, esto no quiere decir que no tenga que mirarla. La sombra desde el momento que estoy en este planeta dual y tengo personalidad, existe.
Cuando me ocupo de trabajar mi personalidad, mi sistema familiar y mis heridas emocionales etc., lo que estoy haciendo es abrir un gran espacio para que pueda experimentar a mi Ser espiritual.
Si no he aprendido a aceptar mis emociones, si no siento la información que llega a mi cuerpo, si no he puesto en orden mi sistema familiar. Es como si tuviera una gran costra que me impide contactar con mi Ser más profundo. Todo esto aprieta para ser resuelto de alguna manera.
Vivimos en este planeta, negarlo, evitarlo, solo dificulta mas el proceso de contactar con quien realmente soy. Me aleja de mi. Y solo desde lo que soy puedo ir avanzando. Es desde el contacto profundo conmigo misma, desde donde puedo explorar, caminar y trascender. Se trasciende desde la aceptación, no desde la evitación. Y además es importante que contemple mi dimensión espiritual. Si no lo hago estoy ante otra evitación. Soy un Ser espiritual. Todos somos seres espirituales, estaría negando mi esencia.
De nada sirve dar vueltas y vueltas a un problema o una herida emocional, si no puedo aceptarla desde mi parte más humana y si no puedo contemplarla con los ojos del espíritu. La aceptación incondicional de lo que hay, saber que soy algo más que mi herida y mi sombra, que soy algo más que el problema o la identidad con la que estoy tan identificada, es lo que me hace fuerte y me ayuda. A veces hay que subir, contactar con el espíritu, saber que soy algo más, para poder abrazar lo que es disfuncional con amor incondicional. Tengo que poner luz para ver el desorden, lo que se oculta en la sombra, para poder hacer algo con ello.
Si hay una expansión a un nivel, esta viene acompañada de la expansión a otros niveles, porque todo esta interrelacionado. Si mi consciencia se expande, lo hace en el nivel humano y trascendente. Y transcender o expandir lo humano tiene que ver con la aceptación. La aceptación profunda de mi condición humana donde hay heridas, donde hay pérdidas y dolor. Emociones que nos cuestan y situaciones difíciles. También hay alegría, felicidad y placer. Intentar ser feliz continuamente no es real y me aleja de mi misma. Y aun con mi rabia, mi dolor, mi alegría o mi desencanto, con mi humanidad, soy un Ser espiritual. Y esta aceptación, esta expansión de mi humanidad, me acerca aun más al espíritu.
Siento que como seres humanos, somos seres complejos, y hemos de tener en cuenta los diferentes aspectos de nuestro ser.
El sentir de nuestro cuerpo físico no nos engaña. Nos da información muy valiosa. El cuerpo no miente. Si estoy desconectada de mi cuerpo, si “vivo sin vivir en mi” difícilmente voy a trascender nada. Seguramente estaré en mi mente, en mi mente conceptual y racional. Y si, la mente racional también tiene su motivo de ser y es una herramienta valiosa del Ser, pero no es todo lo que soy. En el mundo occidental hay una sobrevaloración de la mente conceptual. Aunque soy más que esta mente, a veces me creo totalmente lo que me dice, y solo percibo el mundo desde su mermada visión y sus mandatos.
También tengo un cuerpo emocional, existe toda una inteligencia emocional en mí. Si no acepto lo que realmente siento, o si no me doy cuenta de lo que siento quedando en un plano inconsciente, o evito las emociones “negativas”, probablemente estas emociones me van a manejar sin que yo me dé cuenta.
Como ser humano, como ser espiritual, es sano para mí y para mi entorno hacerme cargo de lo que soy plenamente.
A veces las heridas emocionales duelen tanto, que puede ser que las tape con muchas capas para no sentirlas. Como por ejemplo con diferentes tipos de compensaciones, como la adicción al trabajo, o la adición a hacer muchos y diferentes cursos, o a las drogas, o al deporte o a la comida etc. El trabajo, el deporte etc., pueden ser muy estimulantes, fructíferos y necesarios, pero en exceso pueden ser una compensación que me ayude a no sentir las carencias que hay en mi vida o el dolor, y esto hace que me aleje más de mi autentico Ser. Cuando algo me duele tanto que no puedo mirarlo, aceptarlo, llorarlo, y me olvido de que está ahí, (de hecho, hago todo lo posible para olvidarme de que está ahí), también me estoy olvidando y alejando de mi misma. Y si me alejo de mi misma, me alejo de lo que soy, un Ser espiritual. El punto de partida desde el cual puedo llegar a conocer a mi Ser espiritual, a trascender y a expandirme, es desde mi humanidad, desde el “mi misma”. Es desde ahí desde donde parte el camino.
La rabia, el miedo, son dos emociones que en los mundos “pseudo-espirituales” son muy evitadas, negadas y castigadas. Evidentemente hay trastornos psicológicos que tienen que ver con el miedo y con la rabia.
Pero el miedo y la rabia son emociones humanas y es importante que las mire, acepte y aprenda a manejarlas. Por ejemplo, si yo no acepto mi enfado, seguramente lo veré muy claramente en los otros, o lo provocaré en los otros y si no le doy una salida puede que afecte a mi cuerpo físico. Si no puedo mirar mi rabia o mi enfado, esta emoción puede que dirija mi vida sin que yo me dé cuenta. O puede suceder que sienta mucha tristeza y no sepa por qué.
El enfado tiene una función en la vida en la tierra, y una de ella es hacer que tenga la fuerza suficiente para cambiar o salir de situaciones que no son saludables para mí. Si no sé manejarlo, no voy a tener esta ayuda para cambiar cosas y situaciones en mi vida. Y así me voy alejando de lo que mi alma realmente quiere experimentar en este plano.
A veces en algunos ámbitos pseudo espirituales hay una gran presión para demostrar quién está “más trabajado” o más cerca de la iluminación. Esto sigue siendo ego…ego espiritual.
Lo verdaderamente importante, lo que da paz, es saber y aceptar donde estoy, no donde debería estar o donde me gustaría estar. La aceptación de donde estoy es lo que me puede mostrar el camino a seguir, el siguiente paso.
Es importante que pueda mirar mi sombra, y recordando que soy luz.